Autor: Montserrat Bellido Durán
Publicado por: CatholicosOnLine.com
¿Qué hace una cuchara sucia sobre el mármol?
Así son nuestros defectillos que pueden fastidiar a los demás en la vida de cada día, son cosas pequeñas que parecen insignificantes, pero que si no ponemos atención en ellas, con el tiempo tendremos como un montón de cucharas sucias sobre el mármol... ufff... que cocina más desagradable tendremos, luego nadie podrá entrar, no habrá espacio y tendrán que cocinar en otra habitación.
Es fácil ver las cucharas sucias que los demás dejan sin lavar en la cocina, decimos: “Mira que dejada, ¿Tanto le cuesta lavarla ya?” o “¿Te has fijado que él siempre deja la cuchara sin lavar sobre el mármol?”
¿Cuántas cucharas sucias acostumbro a dejar yo sobre el mármol cada día sin poner atención?
Son las sonrisas, las atenciones, el abrir la puerta, el tener un buen comentario, el beso a mis padres, el abrazo a mis hermanos, la mesa bien puesta, el sentarse bien al mirar una película, el escuchar a mi hermana que está triste, el intentar no traer problemas a mamá cuando está nerviosa, el recado que he olvidado hacer, la mueca o mala cara que he hecho... son tantas las cucharas que puedo ensuciar en un solo día...
¡Cómo me gustaría tener cada vez menos cucharas sucias sobre el mármol de mi cocina! Porque como bien se dice, no es más limpio el que limpia sino el que no ensucia.
Son estas pequeñas cosas de las que me acostumbro a acusarme y pedir perdón en confesión, y luego me canso porque veo que se me hacen monótonas porque no pongo suficiente empeño para no hacerlas mal... es entonces cuando veo que no soy buena de verdad, porque si fuera buena de verdad estaría pensando siempre “¿Qué puedo hacer para hacer feliz a esta persona?”
Creo que a veces me vence la monotonía y no recuerdo que lo que Dios espera de nosotros es que seamos santos... y los santos son perfectos y... ¿Cómo se puede ser perfecto si se va dejando cucharas sucias en la cocina para luego impedir el paso y molestar a los demás?
De acuerdo que es fácil ensuciar cucharas y todo el mundo lo hace, pero a lo mejor si empiezo yo a no ensuciar cucharas, haré la vida feliz y más fácil a los demás, y luego los demás estarán contentos, me verán contenta, y como querrán sentirse bien también dejarán de ensuciar cucharas, porque las personas nos miramos y nos imitamos. ¡Y es que el buen ejemplo es una dinamita de alegría y contagio!
A ver cuantas veces esta semana me puedo acostar diciendo “Hoy he ensuciado menos cucharas que ayer y he hecho felices a más personas. ¡Qué bien! Dios mío te ofrezco estas cucharas que no he ensuciado para que estés contento, por favor ayúdame a no ensuciar cucharas... a ver si con el tiempo no ensucio ninguna, es difícil no ensuciar ninguna pero al menos lo quiero intentar y sé que si Tú y la Virgen María me ayudáis, lo puedo conseguir ”
Montserrat Bellido Durán
Escritora
miércoles, 1 de octubre de 2008
La cuchara sucia
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